La naturaleza llegó antes
08/01/2014 Deja un comentario
En entradas previas, comentábamos uno de esos casos en los que la tecnología y la naturaleza llegan a la misma solución por caminos diferentes. Más concretamente, hablábamos del equipo que logró desarrollar LED’s capaces de emitir 6 veces la luz emitida por un diodo convencional en el 2001 y de cómo tan sólo 4 años más tarde, investigadores de la Universidad de Exeter descubrieron que las mariposas llevaban 30 millones de años generando fluorescencia usando exactamente los mismos principios físicos que habían servido a los investigadores americanos para mejorar la tecnología LED.
Uno de los descubrimientos científicos más curiosos del año que se nos acaba de marchar es precisamente otro ejemplo de convergencia entre tecnología y naturaleza. Hablamos del descubrimiento de engranajes en las patas traseras de un pequeño insecto de la especie Issus coleoptratus. Se trata de un descubrimiento realmente sorprendente, puesto que los engranajes pertenecen a ese grupo de tecnologías que siempre hemos considerado demasiado humanas como para que estuvieran presentes en la naturaleza.
Sin embrago, los engranajes de este pequeño insecto de la especie Issus coleoptratus funcionan exactamente igual que los que podemos encontrar en una caja de cambios de un coche. Solo que en el caso de este insecto, los engranajes forman parte más de un sistema de propulsión que de transmisión. Según el profesor Malcolm Burrows «Estos engranajes permiten al insecto aprovechar las propiedades de su exoesqueleto para resolver un problema que ni el cerebro ni el sistema nervioso podrían solucionar.»
Los engranajes de los que están provistas sus patas traseras (Imagen) le sirven para saltar. Para hacer un buen salto necesita que ambas patas golpeen la superficie al unísono, puesto que en caso de que el movimiento de las patas traseras no estuviera perfectamente sincronizado, existiría un alto de riesgo de que el insecto virara fuera de control y empezase a dar vueltas en lugar de propulsarse hacia delante. En este caso, los engranajes garantizan el movimiento sincronizado de las patas. Se trata de un mecanismo tan efectivo que la diferencia entre el movimiento de una de las patas respecto a la otra, es de tan sólo 30 microsegundos.
No deja de ser sorprendente la existencia de engranajes en la naturaleza, y al mismo tiempo, nos recuerda la alta probabilidad que existe de que alguna de las 1,75 millones de especies biológicas conocidas en la actualidad, haya llegado a la solución que estamos buscando como resultado del proceso de selección natural que ha venido ocurriendo de manera constante desde la aparición de las primeras formas de vida hace 3.800 millones de años.
«Interacting Gears Synchronize Propulsive Leg Movements in a Jumping Insect,» by M. Burrows et al Science, 2013
Fuentes:
http://phys.org/news/2013-09-functioning-mechanical-gears-nature.html#jCp